Lo que nosotros sabemos de nosotros mismos y conservamos en la memoria no es tan decisivo como se cree para la felicidad de nuestra vida. Un día nos cae encima lo que «otros» saben (o creen saber) de nosotros – y entonces nos damos cuenta de que eso tiene más poder. Nos resulta más fácil arreglárnosla con nuestra mala conciencia que con nuestra mala reputación.

(A través de «Calle del Orco»)