En un pasaje narrativo sueles tener demasiadas palabras, demasiadas palabras que no son datos ni hechos. Estás demasiado ocupado tratando de ir de un sitio a otro con los métodos habituales: y; pero; oh, no; entonces estaba en esta habitación; porque; así que ésta es Patricia. […] El sentido aparece acolchado, disfrazado de normalidad.

Pingback: La narración para un poeta — Los cuadernos de Vieco – Asael Gracia