Lectura: «La trilogía de París». Colombe Schneck

La escritora francesa Colombe Schneck
 JF PAGA

Agridulces historias parisinas

Colombe Schneck, nacida en 1966, es vástaga del París más acomodado y a la vez ilustrado. El padre, médico; la madre, con estudios universitarios, dedicada al hogar;

Origen: Agridulces historias parisinas


Textos

Prólogo

Creía que era una mujer, algo dulce y encantador que se rinde ante las dificultades. Escribir estos tres libros me ha transformado. Tengo la espalda más fuerte, dos manos para pegar, ay del que se meta conmigo. Puedo ser arrogante, me da igual. Soy importante, como lo son estas tres novelas. Diecisiete años, Dos pequeñas burguesas y La ternura del crol narran mi aprendizaje corporal: este es mi cuerpo vivo, este es mi espíritu vivo, el de una persona única en constante movimiento llamada Colombe Schneck


Diecisiete años

Tengo diecisiete años y tengo un amante. No estoy enamorada, pero tengo un amante. Atravieso el boulevard Saint-Michel canturreando, tengo diecisiete años y tengo un amante, estoy muy contenta. No soy como mi madre, no soy su soledad. Soy yo, una chica que se acuesta con un chico sin estar enamorada. Tengo diecisiete años y tengo un amante. No un novio, no un enamorado, no una relación de adolescente, sino un amante, una relación de mujer. Soy una chica libre.


Dos pequeñas burguesas

De paso por París, la abuela de Héloïse observa los ojos de su nieta y después los de Colombe, y afirma que los ojos de su nieta son más bonitos que los de su amiga. Colombe comprende que no tiene nada que decir a eso.


Está lo que se espera de ellas y lo que ellas esperan. Dos adolescentes educados en el ambiente intelectual burgués parisino. ¿Qué más se puede pedir? Son los años ochenta, François Mitterrand es presidente. El Colegio Alsaciano, aprende chino si a uno le apetece, confía en los hijos. No demasiados deberes, un coto cerrado, algunos becados elegidos por su inteligencia y su capacidad de trabajo. Viajes escolares a Roma y Florencia. Nuestros hijos deben ser felices, cultivados, tener unas oportunidades increíbles. Los jardines de Luxemburgo, la belleza de las avenidas de los perales, los zuecos de Kerstin Adolphson, las hojas de castaño. Estanterías llenas de libros leídos, la ley Veil. Colombe aborta sin ningún problema. En la televisión, las dos ven Apostrophes y el cineclub de Claude-Jean Philippe. Chaquetas de algodón con botones a presión de agnès b. y camisetas de rayas de ciento ochenta francos. Ánimos constantes, proyectos, la elección de sus estudios. A los diecisiete años van a ver juntas El jardín de los cerezos, de Chéjov, dirigido por Peter Brook, en el teatro Bouffes du Nord: aprenden que uno puede perder lo que cree que le pertenece por derecho.


La ternura del crol

Mi primer amor es mi profesora de primero de primaria, Marlène Gauneau, una mujer alta, morena y elegante, con traje sastre gris y blanco. Me llamaba Colombina, mientras que mi madre, la hermosa Hélène, tan púdica, encerrada para siempre entre las paredes del convento donde permaneció escondida durante la guerra, nunca pudo dirigirse a mí con ningún apodo afectuoso. Marlène Gauneau escribe en mi boletín de notas: «Un día Colombe se olvidará de dónde ha dejado su cabeza, o también «Colombe parece frágil, pero es solo una apariencia, ya que es muy decidida». Me quiere a pesar de mis defectos. Yo la quiero sin más.


Tengo dieciocho años y dos novios a la vez que viven en la misma calle. Uno es serio y formal, el otro no tanto. Me digo que tener dos novios es perfecto y normal, pues mi padre hace lo mismo. Siempre ha tenido dos mujeres, mi madre, y otra más joven con un físico muy parecido al de ella. La experiencia de los dos novios acaba mal, por supuesto. No soy mi padre, y lo único que conserva de esa doble vida de solo tres meses es un sentimiento de vergüenza. Me repito a mí misma una y otra vez: qué vergüenza, qué vergüenza.

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