Mis propios libros me producen unas náuseas terribles, puras náuseas físicas. Suena tonto, pero el hecho es que escribo a gran velocidad., atraviesas resistencias íntimas como atraviesas una multitud de transmisores cuando toqueteas el dial de una radio. Para cuando el texto está mecanografiado, lo miro con auténtico asco físico. Cuando me llegan las pruebas tengo que tomar una aspirina antes de ser capaz de ponerme a leerlas. Y cuando me piden que corrija o edite unas pruebas, siempre pido a alguien que lo haga por mí. No sé por qué. Simplemente me da náuseas. A lo mejor algún día, cuando haga algo que me guste de verdad, no tenga que tomarme una aspirina.

Lawrence Durrell
Entrevista con Lawrence Durrell (“The Paris Review”. 1953-1983)