A la vuelta de Florencia, pensando en aquella frase del clochard cuyo nombre nunca supe, me acordé de lo que decían Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs en el prólogo a aquella Antología del cuento triste que ellos compusieron en 1992: «Si es verdad que en un buen cuento se concentra toda la vida, y si es verdad, como creemos, que la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste».

(De «Montevideo»)