P.: ¿En qué medida están basados sus libros en experiencias personales?
R.: No sabría decirlo. Nunca me he parado a pensarlo, porque no es relevante. Un autor necesita tres cosas: experiencia, capacidad de observación e imaginación. Con dos de ellas, y a veces incluso con una sola, se puede suplir la carencia de las otras. En mi caso, las historias suelen empezar con una única idea o un recuerdo visual. Desarrollar la historia es entonces una simple cuestión de escribir hasta llegar a ese punto y explicar sus causas o sus consecuencias. Un escritor trata de crear personajes creíbles en situaciones creíbles y emotivas, narrando los hechos de la forma más conmovedora posible. Y, obviamente, tendrá que utilizar su entorno como una de sus herramientas. Yo diría que la música es la forma más sencilla de expresarse, pues fue la primera en aparecer en la evolución histórica de la experiencia humana. Pero, puesto que mi talento es el lenguaje, no me queda más remedio que expresar torpemente con palabras emociones que la música expresaría mejor y de forma más sencilla. Pero yo prefiero las palabras, porque prefiero leer que escuchar. Prefiero el silencio al sonido, y las imágenes que evocan las palabras surgen del silencio. Los truenos y la música de la prosa resuenan en silencio.
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P.: Dice que la experiencia, la capacidad de observación y 1a imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría también la inspiración?
R.: No sé nada de inspiración. No sé lo que es. He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.
(“The Paris Review”. Entrevistas (1953-1983)
