P.: Pasemos ahora a las preguntas sobre la tarea de escribir. ¿Toma usted notas en un cuaderno?
R.: No, me resultaría muy extraño.
P.: ¿Pero consulta sus diarios y cartas?
R.: Sí, eso es diferente.
P.: Cuando va, pongamos, al circo, ¿se le ocurre que sería bonito incorporarlo a una novela?
R.: No, me resultaría muy extraño. Nunca pienso: «Podría usar tal cosa», no me parece correcto hacerlo. Sin embargo, determinados lugares me han servido de inspiración.
P.: ¿Esboza la estructura de sus novelas?
R.: No, debería tener más capacidad visual para hacerlo.
P.: ¿Cómo lo hace, entonces?
R.: Me cuesta recordar los rostros de las personas a las que me presentan, pero recuerdo otras cosas; por ejemplo, las voces.
P.: ¿Escribe a diario o sólo cuando está inspirado?
R.: Sólo cuando estoy inspirado, es una sensación muy agradable… Desde luego tuve una infancia muy literaria, y escribí varias obras entre los seis y los diez años. Recuerdo dos relatos titulados «Earrings through the Keyhole» y «Scuffles in a Wardrobe».

(De su entrevista en «The Paris Review»)