Llamaré desierto a ese castillo que fuiste,
noche a esta voz, ausencia a tu rostro,
y cuando caigas en la tierra estéril
llamaré nada al relámpago que te llevó.
Morir es un país al que amabas. Vengo
pero eternamente por tus caminos sombríos.
Destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria,
soy tu enemigo que no tendrá piedad.
Te llamaré guerra y me tomaré
sobre ti las libertades de la guerra y tendré
en mis manos tu rostro oscuro y cruzado,
en mi corazón esa región que ilumina la tormenta.

(a través de “Zoopat”)