Según Bioy Casares el autor de La invención de Morel, su mentor, maestro y amigo Borges le contó lo siguiente un día de abril de 1958: «El rey David llamó a un joyero y le pidió que le hiciera un anillo, un anillo que le recordara, en los momentos de júbilo, que no debía ensoberbecerse, y, en los momentos de tristeza, que no debía abatirse. “¿Cómo lo haré?”, preguntó el hombre. “Tú lo sabrás —contestó el rey—. Para eso eres artífice.” El joyero salió a la calle. Un joven le preguntó: “Anciano, ¿qué te atormenta?”. El joyero contestó: “El rey me ha encargado un anillo” y explicó todo. “Eso es fácil —declaró el joven—. Fabrica un anillo de oro con la inscripción: Esto también pasará”».

(Leído en No entres dócilmente en esa noche quieta, de Ricardo Menéndez Salmón)
Mi profesora en los Talleres Literarios me ha introducido en estos cuadernos y veo que con mucho acierto; ya me estoy regodeando al ver las ventanas que me abre.
Muy agradecido por vuestra dedicación y acierto.
Muchas gracias, es un placer…