Por qué Baroja merece una revolución y que volvamos a él

Quienes nacimos en los ochenta y noventa también somos hijos de Pío Baroja. O, dicho de otra manera: don Pío también es nuestro. ¡Que no nos lo arrebaten! Saquémoslo de copas, apoyémoslo en la barra de un bar, preguntémosle por lo que sucede, exorcicémonos con sus aventuras… Aprendamos a mandar a la mierda lo que repudiamos con el ingenio que acuñó. Incluso leámosle para darnos el gusto de rechazar sus libros o maneras con conocimiento de causa. Todavía estamos a tiempo de engordar la familia de los hijos que Baroja no tuvo. Que vuelva Silvestre Paradox a los colegios y que El árbol de la ciencia […]

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