Vivimos de un modo parecido a como escuchamos la radio: esperando la siguiente canción, la canción que nos cambie un poco, si no la vida, la mañana.

Lo que no se siente no se recuerda, porque sin emoción no hay memoria.

Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.

El hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible sería, al fin y al cabo, el indicio de que hay un más allá.
