Tráeme el girasol para que lo trasplante
a mi tierra quemada por la sal,
y muestre todo el día al azul espejeante del cielo la ansiedad de su rostro amarillento.
Tienden a la claridad las cosas oscuras,
se consumen los cuerpos en un fluir
de colores: esos en música. Desvanecerse
es, pues, la mayor de las venturas.
Tráeme tú la planta que conduce
donde surgen rubias transparencias
y se evapora la vida cual esencia;
tráeme el girasol enloquecido de luz.
