Usted, don Luis, le dio lo que ninguna
mano le dio a esa rosa: no una vida
verdadera, que pasa y que se olvida,
sino una interminable, una alta una
{vida imperecedera, que no tuvo cuna
ni tendrá muerte; plena y asumida
vida}
Usted, don Luis
[…]

(A través de «Basta de Texto»)