Pensé en un mundo sin memoria, sin tiempo, consideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos.
Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana.
Llovió, con lentitud poderosa…
