El Vieco cortaziano LXXXVII

Todo lo que precede es como los primeros momentos de un encuentro después de mucho tiempo: sonrisas, preguntas, lentos reajustes. Es raro, me pareces menos morena que antes. ¿Se mejoró por fin tu tía abuela? No, no me gusta la cerveza. Es verdad, me había olvidado.


Y por debajo, montacargas de sombra, asciende despacio otro presente. En tu pelo empiezan a temblar las abejas, tu mano roza la mía y pone en ella un dulce algodón de humo.

Hueles de nuevo a sur.

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