Yo pensaba como piensa García Márquez, que no se pueden escribir novelas con diálogo. Pero a partir de Chandler, y luego de Dashiell Hammett, pero fundamentalmente de Chandler y el romanticismo chandleriano, se me clarificaron muchas cosas, fui encontrando un estilo. Durante años yo había juntado todo aquello que se conocía sobre la vida del Gordo y el Flaco. Ellos eran mi hobby, mi objetivo. Llegué a ser el tipo que más sabía de Laurel y Hardy en la Argentina.
