Nadie como Chéjov ha descrito, tan claramente, tan pulcramente, el lado trágico de las medianías humanas; nadie, antes que él, supo pintar con realismo tan despiadado el vergonzoso cuadro de las melancólicas vidas burguesas… La vulgaridad fue su mayor enemigo.Toda su vida luchó contra ella; su pluma mordiente e impasible la ridiculizó y supo desnudar todo lo que a primera vista, parece arreglado con el orden más agradable, mostrando su podredumbre. Y la vulgaridad se ha vengado mezquinamente; encerró su cadáver —el cadáver del poeta— en el vagón destinado al transporte de «ostras frescas».La mancha gris, sucia, de este vagón se me antoja la inmensa sonrisa de la vulgaridad… sonrisa de victoria ganada a poca costa. En cuanto a los innumerables «recuerdos» de los periódicos, creo distinguir en ellos una tristeza hipócrita, tras de la cual hay el aliento fétido y frío de la eterna medianía, secretamente contenta de la muerte del perseguidor implacable y sincero.
