El señor de los sueños, el gran Isachar, estaba sentado delante del espejo, con la espalda pegada a su superficie, con la cabeza inclinada hacia atrás, sumergida en las profundidades del espejo. Entonces apareció Hermana, la señora del crepúsculo, y se fundió en el pecho de Isachar, hasta desaparecer en él por completo.

(Leído en “Solenoide”, de Mircea Cartarescu)