Tomé sitio en la cálida bruma
del aliento de una muchacha.
Me fui, no abandoné mi lugar.
Sus brazos no pesan nada.
Se los encuentra como el agua.
Lo marchito se esfuma en su presencia.
Sólo sus ojos permanecen.
Largas y hermosas hierbas,
largas y hermosas flores
crecían en nuestro campo.
Ligero obstáculo en mi pecho,
cómo te apoyas ahora.
Ta apoyas tanto,
ahora que ya no estás.
