Un literato es un juez de instrucción, un confesor, un comisario de policía.
Vaya al tribunal. Vaya a a la audiencia criminal. Verá a la humanidad tan desnuda como un enfermo
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Tome notas todos los días, de un modo neto, legible, cuidando las fechas. Si yo hubiera escrito un diario, día a día, hoy tendría en diccionario de Larousse. Conservando una palabra que se ha oído, se puede reconstruir una atmósfera entera. ¡Perdemos tanto! ¡Cuántas perlas perdidas!. Escriba el diario de su vida […]
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Es conveniente analizar las novelas, incluso las malas, para ver cómo se han hecho y poder hacerlas mejor.
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Estar lo menos posible en el mundo. Todo en él es una farsa. No se aprende absolutamente nada. Y lo que se aprende no vale el tiempo que se pierde. No cenar fuera, máxime a su edad, que es la del estudio. El mundo no es más que una estúpida seducción. Podrá verlo de modo más que suficiente en la cabecera de los enfermos. Le invitarán a usted para poder decir: «Tuvimos a J. E.». Son muy golosos de jóvenes intelectuales y no piensan que pueden ser ellos la causa de vidas malogradas, de obras superficiales, de exámenes fallidos; los asesinos… pretenderán relaciones familiares, noviazgos, etc.; rehuse todo ello implacablemente. Le recomiendo diez años de egoísmo, de independencia loca, de enorme dureza.
Max Jacob. Consejos a un joven poeta