Varada en un extremo del Paseo de Recoletos, la Biblioteca Nacional parece el testamento de otro tiempo. La impulsó Felipe V en 1711, tras el plan que le presentó Pedro Robinet, su confesor. No tuvo sede definitiva hasta 1896. Y desde entonces no se ha detenido. Acumula más de 32 millones de documentos (libros, revistas, mapas, dibujos, grabados, fotografías, manuscritos, partituras, soportes audiovisuales, registros sonoros, folletos….).
Origen: En el gabinete de las maravillas de la Biblioteca Nacional | Cultura Home | EL MUNDO