Hay una sola cosa que yo no quiero comprender: para hacer lo que uno quiere hacer, es necesario ser capaz de rechazar y de perder otras cosas. Estar solo en el momento de escribir, no depende de nadie. Hoy puede servirme de ejemplo, trabajé mientras estaba solo. Después, ahora, giré sobre mí mismo y giré sobre Inés y entré en el cuarto cerrado de los estúpidos estados de ánimo. No hice nada que sirviera para nada. Salvo tomar un Equanil.
Ricardo Piglia