La concisión y la exactitud en poesía
[…] hoy lo que identifica la poesía con respecto de la prosa son la concisión y la exactitud. Sobre la concisión, yo diría que un poema es como la estructura de un edificio muy particular a la que no le puede faltar ni sobrar ni un pilar, ni una viga: si elimináramos una sola pieza, se derrumbaría. Si en un poema se elimina una sola palabra, o se cambia por otra, y no sucede nada importante, es que no era un poema. O todavía no era un poema. Sólo llega a serlo cuando no se puede eliminar, añadir o cambiar ninguna pieza de la estructura. Pero entonces tampoco será necesariamente un buen poema: este es un tema más ligado a la otra característica: la exactitud.
Exactitud en poesía significa que un poema tiene que decir justo lo que necesita un lector futuro (la mayor parte de las veces sin que este sepa que lo necesita) al que, naturalmente, el poeta no conoce. Una operación tan compleja se comprende que no dé resultado la mayor parte de las veces […]
De esa exactitud viene su poder de consolación, porque la poesía sirve para introducir en la soledad de las personas algún cambio que proporcione un mayor orden interior frente al desorden continuado de la vida. A la angustia por este desorden a veces se intenta hacerle frente con los entretenimientos, pero la diferencia con la lectura de un poema es que de un entretenimiento se sale igual que se ha entrado. Sólo ha pasado el tiempo. En cambio, al acabar de leer un buen poema ya no somos los mismos, porque ha aumentado nuestro orden interior.
