La verdadera vida, la vida por fin descubierta e iluminada, esa única vida, en consecuencia, que es vivida plenamente, es la literatura.
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Ese libro esencial, el único libro verdadero, un gran escritor no está obligado, en el sentido corriente del término, a inventarlo, pues ya existe dentro de cada uno de nosotros, sino a traducirlo. El deber y la tarea de un escritor son los de un traductor.