El objetivo de todo artista es detener el movimiento por medios artificiales -que es otra forma de decir «detener la vida»—y fijarlo de tal forma que cien años después, cuando un extraño mire su obra, ésta se ponga otra vez en movimiento, puesto que es una porción de vida. Dado que el hombre es mortal, la única inmortalidad posible para él es dejar tras de sí algo que sea inmortal por el hecho de que siempre podrá ponerse en movimiento. Esa es la forma que elige el artista de escribir «Fulanito estuvo aquí» en la pared del último e irrevocable olvido en el que todos caeremos algún día.
(“The Paris Review”. Entrevistas (1953-1983)
