Quizá la vida «enteramente moderna» implique en lo fundamental esas obligaciones sobre todo: la obligación de no tener tiempo, la obligación de no reflexionar sobre lo que hacemos, la obligación de no darnos cuenta, de que, por falta de tiempo y reflexión, no nos demos cuenta de que vivimos y de cómo vivimos, de que se nos va la vida según nos viene y, ya ida, no sabremos a qué ha venido ni por qué se ha ido y nos hemos ido con ella.
