No, el escritor no necesita independencia económica. Lo único que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa, nadie ha escrito nunca nada de valor por haber recibido donaciones o dinero. Un buen escritor nunca recurre a una fundación. Está demasiado ocupado escribiendo. Si no es un escritor de primera categoría, se engañará a sí mismo diciendo que no tiene tiempo o independencia económica. El buen arte procede de delincuentes, contrabandistas y ladrones de caballos. La gente tiene miedo de averiguar cuánta pobreza y cuántas penurias es capaz de aguantar. Tienen miedo de averiguar de qué madera están hechos. Pero nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede acabar con él es la muerte. Los buenos escritores no tienen tiempo para preocuparse por el éxito o la riqueza. El éxito es como una mujer: si te muestras servil, te ignora por completo. Lo que hay que hacer es darle la espalda, y tal vez sea ella quien se arrastre por ti.

(«The Paris Review». Entrevistas 1953-1983)