Porque así nazca de la pena y el fracaso, la poesía (como el arte todo) pertenece al reino de la felicidad. Leer un poema es vivirlo, hallar en él algo que la realidad nos ocultaba o nuestras palabras no alcanzaron a nombrar. La realidad no está hecha de palabras, mas sólo por el lenguaje es descifrable.
