Sobre mis escritos se dice que son subjetivos hasta el egocentrismo. ¿Significará esto que allí estoy yo, de verdad, con mi personalidad, mis deseos, mis pensamientos, mi ser? ¿Tendrá, insisto, algún parecido la concha con el gusano blando que la ha producido? […] Pero la concha es geométrica, dura, de nácar pulido, como la porcelana, mientras que su habitante es blando, baboso, amorfo. Igual que todos nosotros debajo de la costra exterior de nuestras acciones, palabras y libros.
