Leía y releía el mismo libro varias veces, y a veces cerraba los ojos y me llenaba los pulmones de su olor. El simple acto de oler ese libro, deslizar los dedos entre las páginas, para mí era la felicidad.
Pensé que era una aventura y en realidad era la vida.
En las cosas profundas e importantes estamos terriblemente solos.
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.