La de escritor es una de las profesiones más solitarias del mundo. Eres alguien metido en el centro de un tornado con todas las voces girando y gritando alrededor tuyo. A la hora de escribir, te trasladas a la historia de un modo tan intenso que es imposible contárselo a los demás, es como si fueras ese criado del rey Midas que no puede contar que al soberano le han salido dos orejas de asno y cava un hoyo en el suelo para, agachado, explicar allí su historia hablando muy bajito. Entierra sus palabras allí… pero luego crece un bosque alrededor, el viento mueve las ramas y aquellas palabras llegan a la gente, de un modo que siempre sorprende. Escribir genera aislamiento, la sensación de que vives rodeado de algo más grande que tú, algo que te supera.
