Cuando el universo se altera, no me considero lo suficientemente arrogante para eximirme de la autocrítica. Y me conformo con pensar que algunas contradicciones seguirán siendo contradictorias, que algunos problemas no se podrán resolver jamás con el equipamiento de un mamífero con el córtex cerebral humano y que algunas cosas son incognoscibles indefinidamente. Si se demostrara que el universo es finito o infinito, cualquiera de los dos descubrimientos me resultaría igualmente pasmoso e impenetrable. Y aunque he conocido a numerosas personas mucho más sabias y más inteligentes que yo, no conozco a nadie que sea lo bastante sabio o inteligente para decir otra cosa.

(A través de Patricia Damiano)