La poesía, principo y fin de todo, es indefinible. Si se pudiera definir, su definidor sería dueño de su secreto, el dueño de ella, el verdadero, el único dios posible. Y el secreto de la poesía no lo ha sabido, no lo sabe, no lo sabrá nunca nadie, ni la poesía admite dios, es Diosa única sin dios. Por fortuna para dios y para los poetas.
