Sin que nosotros podamos impedirlo, el velo que recubre ese espectáculo llamado vida se desgarra en miríadas de copos ilusorios y, de todo cuento se desarrollaba ante nuestros ojos, no quedan ya ni tan siquiera las sombras de una quimérica realidad. La función del hastío es desgarrar ese velo. ¿Será nuestro canto lo bastante fuerte como para hacer que ondee más allá de un mundo ficticio existente en el ardor de nuestra imaginación? Toda la naturaleza es un embeleso decorativo de nuestra música interior. Tras el mundo no se oculta otro mundo ni la nada encubre nada. Por más que cavases buscando tesoros, sería un esfuerzo inútil: el oro está disperso en el espíritu, pero el espíritu está bien lejos de ser oro.

Emil M. Cioran