Cuaderno de poemas. «Los ángeles caídos». Anne Sexton

 Los ángeles caídos

Llegan hasta mi hoja
en blanco y dejan una mancha de Rorschach.
No lo hacen por maldad,
sino para darme una señal de
que me necesitan, como dijo una vez Aubrey Beardsley,
para forzar la cosa hasta que surja algo.
Torpe como soy,
lo hago.
Es que soy como ellos-
ellos y yo, salvados y perdidos,
rodando, como Humpty Dumpty,
alfabeto abajo.

Cada mañana los empujo de mi cama
y cuando se meten en la ensalada
revolcándose como perros
los saco uno por uno
tal como mi hija
separa las anchoas.
En mayo bailan entre los juncos,
hasta romperse los dedos de los pies,
riendo como peces.
En noviembre, el mes espantoso,
chupan la infancia de las frutas,
y las vuelven amargas e incomibles.

No obstante, me acompañan.
Agitan la vida.
Reparten su magia
como caramelos surtidos.
Van conmigo al dentista
y me protegen del torno.
También
van a clases conmigo
y les mienten a los alumnos.

Oh ángel caído,
compañero interior,
murmura algo sagrado
antes de que me lleves pellizcándome
hasta la tumba.

Anne Sexton1

Anne Sexton

(Versión: Isaías Garde)

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