¡Qué buenos son estos pequeños momentos! Es como le dije cierta vez a Elena, a raíz de una pregunta sobre mi estado de felicidad: «No. No soy feliz, pero hay en mi vida pequeños trozos felices, soplos de dicha que suavizan el permanente estado angustioso. Y esos momentos me permiten vivir».
Suspiro. ¿Lo crees sinceramente, Alejandra? Recuerdo haber leído hace mucho tiempo, en un libro de moral, que «desde que el hombre es hombre, toda su vida se concreta en un deseo: ser feliz». Y yo, desecho la posibilidad de serlo. La niego sin ser escéptica o nihilista. ¿Tendré que decir de nuevo que la niego por necesidad vital?
Alejandra Pizarnik