
Lo que he ganado con la soledad es poder decidir por mí mismo mi dieta espiritual (…) Me he liberado de leer libros que desprecio y de visitar exposiciones y admirar cuadros que no me gustan. En una palabra, soy dueño de mi alma en aquellos casos en los que uno tiene algún derecho de serlo, y puedo elegir mis simpatías y antipatías.
August Strindberg. Solo
Nota de Vieco: «Cuando leí este texto me acordé inmediatamente de mi amigo Miguel C.»
INTERESANTE REFLEXION CON LA QUE ME SIENTO IDENTIFICADO