Estamos, como suele decirse, al final de un ciclo. Hemos llegado al límite de un proceso de descomposición, al límite de la inmoralidad, de la desfachatez, de la corrupción sistemática, de la carencia de principios éticos… La verdad es que ante todo esto me abrumo, me siento aturdido. Cada día hay un nuevo motivo para estar preocupados. Asistimos al espectáculo de las corrupciones, de la degradación de las costumbres -los malos modales, la mala educación-. Y está esa avarienta necesidad de cierta gente por acumular riquezas y almacenarlas fuera de España. Todos esos hipócritas que andan defendiendo la ética profesional y luego resulta que son unos corruptos al cabo del tiempo. ¿Qué más puedo decir? No me gusta nada lo que veo. Todo eso me exaspera y me llena de indignación. Ya dije alguna vez que si fuera joven me iba otra vez de España…
J. M. Caballero Bonald