Lo que más importa es vivir, vivir con el corazón y la imaginación, inventar, saber, jugar. El arte es un juego. Y peor para quien quiera convertirlo en un deber.
Si no ha sido herido por lo exterior, o no se ha regocijado con ello hasta el sufrimiento, no tiene vida interior; y si no tiene vida interior, su poesía es vana.
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Hay que «aguantar» mucho tiempo y retrasar la reacción. Mientras más se la retrase, mejor. El «producto» inmediato no vale nada; por el contrario, es la elaboración del cambio lo que edifica y crea.
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Pregunte a un profesor de canto qué es situar la voz.
Ponga la suya en el vientre como un tambor. Lo que no provenga del tambor no será más que puerilidad.
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¡Concretar! Piense en esta palabra. Lo abstracto es perjudicial y molesto. Tenga un estilo concreto, que se ocupe de las cosas, de los objetos, de las gentes […]
Concretar no es sinónimo de poesía popular, campesinos, zuecos, etc…; de lo que se trata es de que sitúe su voz en el vientre, el pensamiento en el vientre y de que hable de lo sublime con la voz en el vientre.
Max Jacob. Consejos a un joven poeta