Cuaderno de poemas. Denise Levertov

 

 

Contrabando

El árbol del conocimiento era el árbol de la razón.
Por eso es que probar de él
nos sacó del Edén. Ese fruto
fue concebido para ser disecado y molido en fino polvo
y ser usado de a una pizca por vez, un condimento.
Probablemente Dios tenía pensado contarnos más tarde
acerca de este nuevo placer.
Nosotros nos llenamos la boca con él,
nos atragantamos con pero y si y cómo y otra vez
pero, aunque no con mejor conocimiento.
Es tóxico en grandes cantidades; los vapores
se arremolinaron en nuestras cabezas y alrededor de nosotros
hasta formar una densa nube que se endureció como el acero,
una pared entre nosotros y Dios, que era el Paraíso.
No es que Dios sea irrazonable -pero
semejante exceso de razón era una tiranía
y nos encerró en nuestros propios límites, una celda pulida
que refleja nuestros propios rostros. Dios vive
del otro lado de ese espejo,
pero a través de la grieta, donde la barrera
no llega completamente al suelo, consigue
escurrirse- como luz filtrada,
esquirlas de fuego, la tensión de una música que se oye
y en seguida se pierde y se vuelve a escuchar.

Denise Levertov  Denise Levertov

Esta entrada fue publicada en Colección de textos literarios o no y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario