
Kafka, sentado en primera fila, junto a personal y pacientes del sanatorio Tatranské Matliary, donde estuvo ingresado entre 1920 y 1921.
[…] A primera vista todo parece muy sencillo en la vida de Kafka: apenas se movió más allá de los límites del Imperio —aunque visitó París—; cursó estudios de química y de germanística, luego Derecho, en la Universidad Carolina de Praga; fue abogado, con rango de funcionario imperial, en una compañía de seguros para accidentes de trabajo; le gustaba nadar y remar en el Moldava; se le diagnosticó una tuberculosis en 1917, lo que precipitó su jubilación; tuvo por lo menos seis amantes y se prometió con dos de ellas —Bauer y Julie Wohryzek—; vivió sólo unos meses en compañía de su última amante, Dora Diamant, en el Berlín azotado por la gran inflación de 1923-1924: no publicó en vida, en forma de libro, más que siete pequeñas antologías de relatos; amó a su hermana Ottla posiblemente más que a nadie; visitó raramente la sinagoga de Praga; intentó varias veces independizarse, sin conseguirlo; fue conocido por pocos pero grandes lectores, como Robert Musil; una lectura pública de un relato suyo en Alemania ocasionó que varias damas se desmayaran; nunca se sintió querido por su padre —dueño de una tienda de complementos en Praga, que se abastecía de abanicos españoles en la calle del Carmen, en Barcelona—; le gustaban los perros; admiró el teatro yidis; frecuentó cenáculos intelectuales; pasó largas temporadas en clínicas y sanatorios; admiraba a un tío que vivía en Madrid, y a otro, médico rural; masticaba la comida 70 veces antes de tragársela; y acabó muriendo propiamente de hambre, a causa de la afectación de la laringe de la tuberculosis pulmonar.[…]
Jordi Llovet. Babelia