Es difícil decir la inmensa felicidad y riqueza de sentimientos y de fantasía que me han dado -y me siguen dando- los buenos libros que he leído. Nada me apacigua más cuando estoy en ascuas o me levanta el espíritu si me siento deprimido que una buena lectura (o relectura). Todavía recuerdo la fascinación maravillada con que leí las novelas de Faulkner, los cuentos de Borges y de Cortázar, el universo chisporroteante de Tolstói, las aventuras y desventuras del Quijote, los ensayos de Sartre y de Camus […] Lo mismo podría decir de las sagas de Balzac, de Dickens, de Zola, de Dostoiesvki, y el difícil desafío intelectual que fue poder llegar a gozar con Proust y con Joyce […]
Mario Vargas Llosa