Sobre la tristeza
Usted ha tenido muchas y grandes tristezas que han pasado ya. […] Por favor, compruebe, más bien, si aquellas grandes tristezas no atravesaron por lo profundo de usted; si no cambiaron en usted muchas cosas; si usted, en alguna parte, en cualquier lugar de su ser, no se transformó mientras estaba triste.
Creo que casi todas nuestras tristezas son momentos de tensión, que a modo de parálisis experimentamos porque ya no percibimos el vivir de nuestros enajenados sentidos. Porque estamos solos con lo desconocido que ha entrado en nosotros; porque nos han quitado por un instante todo lo familiar y habitual; porque nos hallamos en medio de un tránsito donde no podemos permanecer. […] Cuanto más serenos, sufridos y francos somos en nuestras tristezas, tanto más profunda y decididamente entra en nosotros lo nuevo, tanto mejor lo asimilamos, tanto más será «nuestro» destino; y un día, cuando «se realice» (es decir: cuando de nosotros pase a los otros), lo sentiremos en lo íntimo afín y cercano. Y esto es necesario.
Rainer Maria Rilke. Cartas a un joven poeta.
Excelente.
Pingback: Lectura. Rilke: Carta VIII (2) | Los cuadernos de Vieco