“El hombre es una colilla y la vida un cenicero”. Esta imagen rotunda, claramente perfilada, la compartía Julio Ramón Ribeyro, muy buen escritor y fumador empedernido, que una tarde salió al balcón de su piso de París, y al ver a sus pies la plaza ocupada la multitud ruidosa de una manifestación preguntó:
-Qué hace toda esa gente en mi cenicero?
I. Vidal-Folch