Nacimiento de la poesía

Cuentan muchos poetas que la poesía nace del siguiente modo – lo dice tanto Ajmátova en el «Poema sin héroe, como Mandelstam-: Suena en sus oídos una frase musical insistente, al principio inconcreta y luego precisa, pero todavía sin palabras. En más de una ocasión  fui testigo de cómo trataba Mandelstam de librarse de esa melodía, de escapar de ella. Movía la cabeza como si pudiera sacudírsela de encima igual que si fuera una gota de agua que hubiera penetraron en su oído durante el baño (…)

En algún instante, a través de la frase musical, brotan de pronto las palabras y comienzan entonces a moverse los labios. Supongo que entre el trabajo del compositor y el del poeta hay algo en común, y la aparición de las palabras construye el momento crítico que separa esas dos formas de creación.

Nadiezhda Mandelstan. Contra toda esperanzaA veces Mandelstam oía la frase musical durante el sueño, pero al despertar no recordaba los versos soñados.

Yo tenía la impresión de que los versos existían antes de ser compuestos (él jamás decía «escritos». Primero los componía y luego los anotaba). Todo el proceso de la composición consiste en captar con suma atención y dar a conocer lo ya existente -la unidad armónica y racional que ellos captan no se sabe de dónde- y que van plasmando poco a poco en palabras.


La última etapa del trabajo es la expurgación de las palabras casuales en la poesía, que no figurar en el armónico todo que existe antes de ser plasmado. Estas palabras casuales se introducen por la prisa de tapar un hueco cuando surge el todo. Quedan atascada y su eliminación supone también una difícil labor. En la última etapa se produce el proceso doloroso de escucharse a sí mismo en busca de aquella objetividad y absolutamente exacta unidad que se llama poema (…)

Entonces el poema se desprende de su creador, deja de zumbar en su oído y atormentarle (…) Si el poema no se desprende, decía Mandelstam, significa que algo en él falla o que «tiene algo oculto», es decir, que hay un brote fértil del que pretende salir un nuevo germen; dicho de otro modo: el trabajo no está terminado.

Cuando las voz interna se acallaba, ardía en deseos de leer a alguien sus nuevas poesías (…) Diríase que la primera lectura culmina el proceso de creación poética y el primer oyente viene a ser partícipe del mismo.

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