DOS POEMAS
Sobre excremento de rebaños, subo y me acuesto bajo los robles musicales.
Cruzan palomas entre mi cuerpo y el crepúsculo, cesa el viento y las sombras son húmedas.
Hierba de soledad, palomas negras: he llegado por fin; éste no es mi lugar, pero he llegado.
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Alguien ha entrado en la memoria blanca, en la inmovilidad del corazón.
Veo una luz debajo de la niebla y la dulzura del error me hace cerrar los ojos.
Es la ebriedad de la melancolía; como acercar el rostro a una rosa enferma, indecisa entre el perfume y la muerte.
