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Generamos pasado sin cesar. Somos fábricas de pasado. Máquinas vivientes de producir pasado, qué si no. Comemos tiempo y generamos pasado. Ni siquiera la muerte es una solución. La persona se ha ido, pero su pasado permanece. ¿Adónde va después todo ese pasado personal? ¿Lo compra alguien, lo colecciona, lo tira a la basura? ¿O vagará por las calles como un periódico zarandeado por el viento? Adónde van todas esas historias sin concluir, todas esas relaciones truncadas que sangran todavía, los amantes con los que cortaste. «Cortaste», el verbo no es casual. Es verbo de carnicero.
¿Es degradable el pasado o permanece prácticamente inalterado, como las bolsas de plástico, envenenando lenta y profundamente aquello que lo rodea? ¿No debería haber también fábricas de reciclar pasado en alguna parte? ¿Se puede hacer del pasado algo que no sea pasado? ¿Es posible, a la inversa, reciclarlo en algún tipo de futuro, aunque sea de segunda mano? He aquí montones de preguntas al respecto.

(De Las tempestálidas)