Para escribir una novela como las mías, si quieres que el producto final tenga ochocientas páginas, tienes que escribir ochenta mil. Algunos dicen que hay una elocuencia natural en mi estilo, que escribo como hablo, que uso un lenguaje coloquial prácticamente idéntico al que estamos habituados a oír, que es muy reconocible… Pues bien, eso es lo que yo llamo transformación: usar las palabras de una forma distinta a la esperada, en una situación inusual. De esa forma, las palabras adquieren un carácter más íntimo y, al mismo tiempo, son más precisas que los términos que utilizarías normalmente en esas situaciones. Es como darle lustre a tu estilo para que reluzca bien aquello que quieres mostrar.

Entrevista con Louis- Ferdinand Céline (“The Paris Review”. 1953-1983)