A la hora de la escritura, el desprejuicio se logra cuando pongo en marcha toda mi maquinaria de recursos narrativos. El manejo del lenguaje se adquiere con la lectura, leyendo lo que escribe la gente que a uno le gusta, leyendo poesía para desarrollar el oído, el sentido de la música del texto, que es algo fundamental. La lectura afila la mirada.
