El primer alimento literario de mi infancia fueron los numerosos relatos de misterio y horribles aventuras. A los libros que se suelen llamar infantiles y tratan de experiencias emocionantes nunca les presté atención. Nunca me identifiqué con la vida saludable y natural. No me fascinaba lo probable, sino lo imposible, y no lo imposible por grado, sino por naturaleza.
Mi infancia fue tranquila, mi educación adecuada. Pero desde que tengo conciencia de mí mismo, he percibido en mí una tendencia innata a la mistificación, a la mentira del arte. Añádase a esto un gran amor por lo espiritual, por lo misterioso, por lo oscuro, que, después de todo, no es sino una variante de ese primer rasgo de mí mismo, y mi personalidad queda completamente descubierta ante la intuición.

Fernando Pessoa | Diarios